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Jefferson Ruano l Auditor Externo en Ecovis Ec l Posteado: Noviembre 09, 2021 por Ecovis Ec

La depreciación es la distribución sistemática del valor depreciable de un activo a lo largo de su vida útil. Las NIIF permiten tres métodos de depreciación de los activos, estos son, la línea recta, el método decreciente o el enfocado en las unidades de producción; que la Administración deberá seleccionar y que busque representar la mejor estimación de consumo de los beneficios económicos del activo. Al escoger cualquiera de estos métodos, también se estimará la vida útil del bien, la cual influye en la determinación del gasto de depreciación del periodo y que podría generar implicaciones fiscales.

La vida útil “financiera” se determina por parámetros como la obsolescencia técnica o comercial, la forma de utilizar el bien, su capacidad y horas de uso, el desgates físico, el mantenimiento previsto y las estimaciones de producción que permitirán a la Administración asignar una tasa de depreciación que podría ser diferente a las “tasas” de depreciación que acepta el fisco.

Las “tasas” de depreciación del fisco son límites de deducibilidad del gasto de depreciación para efectos del impuesto a la renta y que están establecidas en la normativa tributaria vigente. Bajo ningún pretexto estas “tasas” pueden ser utilizadas por la Administración para designar la vida útil ya que estas no reflejarían necesariamente la realidad económica del negocio ni de la industria donde actúe la Compañía, sin embargo, es muy común encontrar organizaciones que toman en cuenta estos porcentajes para aplicarlos a sus activos fijos solo por el hecho de no complicarse en la determinación de impuestos.

Las “tasas” de depreciación del fisco son límites de deducibilidad del gasto de depreciación para efectos del impuesto a la renta y que están establecidas en la normativa tributaria vigente. Bajo ningún pretexto estas “tasas” pueden ser utilizadas por la Administración para designar la vida útil ya que estas no reflejarían necesariamente la realidad económica del negocio ni de la industria donde actúe la Compañía, sin embargo, es muy común encontrar organizaciones que toman en cuenta estos porcentajes para aplicarlos a sus activos fijos solo por el hecho de no complicarse en la determinación de impuestos.

Al comparar las tasas financieras de depreciación con los límites fiscales mencionados, podrían generar excesos en el gasto de depreciación que para efectos del impuesto a la renta deben considerarse como no deducibles por lo que las Compañías prefieren no aplicar tasas de depreciación reales.

También es importante señalar que la falta de una determinación correcta de la vida útil de los activos fijos en función de la realidad del negocio ocasiona que, una vez transcurrido esta estimación, se tenga activos totalmente depreciados en libros contables pero que aún siguen relativamente operativos y en buenas condiciones que siguen produciendo para la Compañía o que al contrario hayan cumplido con su vida económica pero que en libros sigan depreciándose a pesar de ya no ser útiles solo por el hecho de haber tomado una “tasa” de depreciación legal que no está en función del patrón de consumo de beneficios del activo, por ello, se debe tomar en cuenta los planteamientos de la NIIF respecto a la determinación de la depreciación.

Autor: Jefferson Ruano